The Making of a Euromess – PAUL KRUGMAN / NYT – 15.2.2010
Lately, financial news has been dominated by reports from Greece and other nations on the European periphery. And rightly so.
Gracias, EJU:
El “eurolío” y la arrogancia de las elites políticas
16 de Febrero de 2010 por EJU
But I’ve been troubled by reporting that focuses almost exclusively on European debts and deficits, conveying the impression that it’s all about government profligacy — and feeding into the narrative of our own deficit hawks, who want to slash spending even in the face of mass unemployment, and hold Greece up as an object lesson of what will happen if we don’t.
For the truth is that lack of fiscal discipline isn’t the whole, or even the main, source of Europe’s troubles — not even in Greece, whose government was indeed irresponsible (and hid its irresponsibility with creative accounting).
No, the real story behind the euromess lies not in the profligacy of politicians but in the arrogance of elites — specifically, the policy elites who pushed Europe into adopting a single currency well before the continent was ready for such an experiment.
Consider the case of Spain, which on the eve of the crisis appeared to be a model fiscal citizen. Its debts were low — 43 percent of G.D.P. in 2007, compared with 66 percent in Germany. It was running budget surpluses. And it had exemplary bank regulation.
But with its warm weather and beaches, Spain was also the Florida of Europe — and like Florida, it experienced a huge housing boom. The financing for this boom came largely from outside the country: there were giant inflows of capital from the rest of Europe, Germany in particular.
The result was rapid growth combined with significant inflation: between 2000 and 2008, the prices of goods and services produced in Spain rose by 35 percent, compared with a rise of only 10 percent in Germany. Thanks to rising costs, Spanish exports became increasingly uncompetitive, but job growth stayed strong thanks to the housing boom.
Then the bubble burst. Spanish unemployment soared, and the budget went into deep deficit. But the flood of red ink — which was caused partly by the way the slump depressed revenues and partly by emergency spending to limit the slump’s human costs — was a result, not a cause, of Spain’s problems.
And there’s not much that Spain’s government can do to make things better. The nation’s core economic problem is that costs and prices have gotten out of line with those in the rest of Europe. If Spain still had its old currency, the peseta, it could remedy that problem quickly through devaluation — by, say, reducing the value of a peseta by 20 percent against other European currencies. But Spain no longer has its own money, which means that it can regain competitiveness only through a slow, grinding process of deflation.
Now, if Spain were an American state rather than a European country, things wouldn’t be so bad. For one thing, costs and prices wouldn’t have gotten so far out of line: Florida, which among other things was freely able to attract workers from other states and keep labor costs down, never experienced anything like Spain’s relative inflation. For another, Spain would be receiving a lot of automatic support in the crisis: Florida’s housing boom has gone bust, but Washington keeps sending the Social Security and Medicare checks.
But Spain isn’t an American state, and as a result it’s in deep trouble. Greece, of course, is in even deeper trouble, because the Greeks, unlike the Spaniards, actually were fiscally irresponsible. Greece, however, has a small economy, whose troubles matter mainly because they’re spilling over to much bigger economies, like Spain’s. So the inflexibility of the euro, not deficit spending, lies at the heart of the crisis.
None of this should come as a big surprise. Long before the euro came into being, economists warned that Europe wasn’t ready for a single currency. But these warnings were ignored, and the crisis came.
Now what? A breakup of the euro is very nearly unthinkable, as a sheer matter of practicality. As Berkeley’s Barry Eichengreen puts it, an attempt to reintroduce a national currency would trigger “the mother of all financial crises.” So the only way out is forward: to make the euro work, Europe needs to move much further toward political union, so that European nations start to function more like American states.
But that’s not going to happen anytime soon. What we’ll probably see over the next few years is a painful process of muddling through: bailouts accompanied by demands for savage austerity, all against a background of very high unemployment, perpetuated by the grinding deflation I already mentioned.
It’s an ugly picture. But it’s important to understand the nature of Europe’s fatal flaw. Yes, some governments were irresponsible; but the fundamental problem was hubris, the arrogant belief that Europe could make a single currency work despite strong reasons to believe that it wasn’t ready.
http://www.nytimes.com/2010/02/15/opinion/15krugman.html?emc=eta1
OOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
Relacionado:
El “eurolío” y la arrogancia de las elites políticas
16 de Febrero de 2010 a las 13:22 por EJU
Europa no estaba preparada para el euro
Paul Krugman – The New York Times – Martes 16 de febrero de 2010
WASHINGTON.- Últimamente, las noticias financieras han estado dominadas por los artículos sobre Grecia y otras naciones de la periferia europea. Y con razón.
Pero me han perturbado los artículos que se centran sólo en las deudas y déficits europeos, dan la impresión de que todo se debe al despilfarro de los gobiernos y alimentan así la versión de nuestros propios halcones del déficit, que quieren recortar todo gasto, incluso frente a una situación de desempleo masivo, y que usan a Grecia como modelo de lo que ocurrirá si no lo recortamos.
Porque la verdad es que la falta de disciplina fiscal no es toda la causa -ni siquiera la principal causa- de los problemas de Europa, ni siquiera de Grecia, cuyo gobierno fue, sin duda, irresponsable (y ocultó su irresponsabilidad detrás de una contabilidad creativa). No: la verdadera historia del “eurolío” no se origina en el despilfarro de los políticos, sino en la arrogancia de las elites… Específicamente, de las elites políticas que impulsaron a Europa a adoptar una moneda única mucho antes de que el continente estuviera preparado.
Consideremos el caso de España, que en la víspera de la crisis parecía ser una ciudadana modelo en el terreno fiscal. Sus deudas eran bajas (el 43% del PBI en 2007). Tenía superávits de presupuesto y una regulación bancaria ejemplar. Pero con su clima cálido y sus playas, España era también la Florida de Europa. Y, como Florida, experimentó un enorme boom inmobiliario. La financiación de este boom provino, en su mayor parte, del extranjero: se produjeron gigantescos flujos de capital procedentes del resto de Europa, particularmente de Alemania.
El resultado fue un rápido crecimiento, combinado con una significativa inflación: entre 2000 y 2008, los precios de los bienes y servicios producidos en España subieron un 35%, comparado con un aumento de tan sólo el 10% en Alemania.
Gracias al alza de los costos, las exportaciones españolas fueron cada vez menos competitivas, pero el crecimiento del empleo siguió siendo fuerte gracias al boom inmobiliario. Después estalló la burbuja. El desempleo se incrementó, y el presupuesto entró en un profundo déficit.
Pero la inundación de cifras en rojo -causada por la manera como la crisis deprimió los ingresos, y por los gastos de emergencia realizados con el propósito de limitar los costos humanos de la crisis- fue un resultado, no una causa, del problema.
Y el gobierno español no puede hacer gran cosa para mejorar la situación. El problema económico central de la nación es que los costos y los precios se han desfasado respecto de los del resto de Europa. Si España aún tuviera su antigua moneda, la peseta, podría remediar rápidamente el problema con una devaluación, digamos, reduciendo el valor de la peseta un 20% respecto de otras monedas europeas. Pero España ya no tiene su propia moneda, lo que significa que sólo puede recuperar competitividad por medio de un lento y desgastante proceso de deflación.
Ahora bien, si España fuera un estado norteamericano en vez de un país europeo, las cosas no serían tan graves. Por empezar, los costos y los precios no se hubieran desfasado tanto: Florida nunca experimentó nada parecido a la inflación relativa de España. Además, España recibiría una gran cantidad de apoyo automático en la crisis; el boom inmobiliario de Florida se desplomó, pero Washington sigue enviando los cheques de Medicare y de la seguridad social.
Pero España no es un estado de Estados Unidos y, como resultado, se encuentra en graves problemas. Por supuesto, los problemas de Grecia son aún más graves porque los griegos fueron irresponsables en el campo fiscal. Sin embargo, Grecia tiene una economía pequeña, cuyos problemas importan porque se están contagiando a economías mucho más grandes, como la de España. Así, es la inflexibilidad del euro, no el gasto deficitario, lo que ocasiona la crisis.
Improvisación
Nada de todo esto debería sorprendernos. Mucho antes de que el euro entrara en vigencia, los economistas advirtieron que Europa no estaba preparada para una moneda única.
¿Y ahora qué? Eliminar el euro es algo casi impensable. Como expresa Barry Eichengreen, de Berkeley, un intento de reintroducir las monedas nacionales desencadenaría “la madre de todas las crisis financieras”. Así que la única manera de salir es hacia adelante: para hacer funcionar el euro, Europa debe avanzar hacia la unión política. Pero eso no ocurrirá en ningún momento próximo. Lo que probablemente veamos en el curso de los próximos años es un penoso proceso de improvisación: rescates acompañados por demandas de rigurosa austeridad, todo ello en un entorno de altísimo desempleo, perpetuado por la demoledora deflación.
Es un cuadro feo. Pero es importante entender la naturaleza del defecto fatal de Europa. Sí, algunos gobiernos fueron irresponsables, pero el problema fundamental fue el orgullo desmedido, la arrogante convicción de que Europa lograría hacer funcionar una moneda única pese a la existencia de poderosas razones que indicaban que no estaba preparada.
Fuente: http://www.ernestojustiniano.org/2010/02/el-eurolo-y-la-arrogancia-de-las-elites-polticas/