El estilo del Morales – Gonzalo J.S. Quiroga Soria, PhD. – 2.12.2009

Libera cogitatio Gonzalo J.S. Quiroga Soria, PhD. (*)

Aristóteles decía “De las dos cualidades que principalmente inspiran consideración y afecto ninguna puede existir en un Estado como éste.” Sin libertades no puede haber acciones revolucionarias. Pero el socialismo fracasado aplica el absurdo de creer que las libertades carecen de utilidad revolucionaria; les temen, las censuran y las persiguen policialmente. En vez de beneficiarse con ellas, las pierden y olvidan que es la brecha indispensable para la acción revolucionaria. La experiencia prueba que no hay revolución interior bajo un régimen totalitario. Antes de hundirse en las mieles del poder, el MAS se indignaba libremente por cualquier falla judicial o electoral, pero ahora no pueden con el peso de las libertades y reclaman silencio.

La libertad no es sólo ese “lujo para burgueses” que describen los falsos discípulos de Marx. La civilización socialista perdió el tren de la historia olvidando el oxígeno que es la libertad. Las “conquistas revolucionarias” fueron arrasadas, precisamente, por la falta de democracia, dentro de cada país y a partir de la cima, más que por el tinglado de “enemigos” que construyeron en su imaginación; y tal falta provocó su fracaso en el terreno práctico; porque ninguna economía, sea comunista, capitalista o lo que fuere, puede funcionar cuando es dirigida por una oligarquía que se reserva el monopolio de la decisión y reprime por la violencia la participación de los interesados.

Para el masismo pareciera que libertad es sinónimo de desorden, como igualmente le resultan incomprensibles las ideas de autogestión, de ley igualitaria para todos, de libertad individual y de responsabilidad social. Una sociedad que funcione así, aniquilando, fracasa inevitablemente y es rechazada. En el masismo como en el autoritarismo, únicamente los hechos tienen la palabra: esperan la catástrofe para reconsiderar la situación. En la democracia es posible anticipar intelectualmente las catástrofes y declarar la bancarrota a tiempo.

Pero dejemos a un lado por un momento la convicción de que Morales gobierna más para sí que para el pueblo, más en función de sus propios intereses ideológicos y materiales que en pro de un mejoramiento de la calidad de vida de los bolivianos, olvidemos por un momento que el llamado “socialismo del siglo XXI” no existe, y que el gobierno de Morales no es sino un ejercicio del más puro populismo y la demagogia desorbitada.

Descartemos por un momento que la corrupción bajo el actual gobierno es la más escandalosa que haya conocido nuestra historia republicana. Ignoremos por un momento que el gobierno actual es uno de los más incapaces que ha habido en nuestro país, y que pese a la confesión del presidente que a sus ministros los manda a foetazos pareciera haber entre ellos una competencia de ineptitud. Olvidemos momentáneamente todo ello, y demos a Morales un voto de confianza, admitiendo que él es el líder de una verdadera revolución, que busca construir en nuestro país una nueva sociedad, más justa y equitativa, sin miseria ni ignorancia, con servicios gratuitos idóneos y eficaces.

Aun así, dando por cierto este ejercicio de “política-ficción”, hay algo en Morales que lo invalida y anula como líder de esa supuesta revolución, más allá de sus presuntas intenciones y de sus definidos propósitos: su estilo, su manera de llevar adelante y dirigir las tareas supuestamente revolucionarias. El estilo no es una cuestión meramente formal, aunque así parezca. El estilo refleja la personalidad de un gobierno.

El estilo de Morales se manifiesta especialmente, no sólo en su lenguaje, grosero, ofensivo, violento y escatológico. Además de una gran frivolidad, expresa inmadurez, características ambas impropias de un verdadero líder. La lógica elemental, más los principios y reglas sociopolíticos enseñan que un régimen dirigido de ese modo no puede cuajar, y que su duración es cuestión de tiempo, mayor o menor según las circunstancias. Por ello votaría Ud. Por ese estilo de país el próximo domingo, Yo por lo menos no lo hare, respeto demasiado a Bolivia, a mi familia y a mí mismo.

(*) Doctor en Ciencias Económicas y Empresariales.

Enviado por el autor Gonzalo Quiroga [quirogasoriag@yahoo.com]

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